La prevención de la radicalización yihadista

17.10.2021

Esta misma semana han tenido lugar dos atentados terroristas en Europa. Mientras que en la ciudad noruega de Konsberg, un varón armado con un arco y unas flechas asesinaba a cinco personas y dejaba heridas a otras dos, en Londres ha sido asesinado a cuchilladas el diputado Sir David Amess mientras se encontraba en el interior de una iglesia.

Con independencia del instrumento letal empleado por los autores y del perfil victimológico de las personas asesinadas, existe un denominador común en ambos casos: el ataque ha sido perpetrado en solitario por varones que, al parecer, se habrían radicalizado y habrían abrazado la visión más extremista del Islam. En el caso del ataque en Noruega, el autor es un ciudadano danés de 37 años del que los servicios de inteligencia noruegos tenían constancia de su conversión al Islam y de su radicalización, y al que según los medios de comunicación del país, había mostrado una conducta violenta en el pasado. En el caso británico, el autor es un varón somalí de 25 años del que no se han aportado más datos.

Estos atentados reflejan una realidad y es la dificultad de prevenirlos. Se trata de ataques imprevisibles, que requieren escasa planificación y financiación, y que necesitan pocos o ningún medio técnico, infraestructura o habilidad especial. Esto reduce al mínimo la posibilidad de los servicios policiales a la hora de abortarlos en su fase preparatoria. Ante estas circunstancias, cabe preguntarse cómo debe abordarse la problemática del terrorismo yihadista en Europa, especialmente ante el conocido como homegrown terrorism. ¿Qué lleva a ciudadanos nacidos o criados en Europa a emprender el camino de la radicalización y cometer estos atentados?

Desde un punto de vista sociológico o criminológico los motivos pueden ser diversos, e influyen cuestiones tales como los factores psicológicos, crisis de identidad, familia desestructurada, carrera delictiva, etc., pero sin duda los agentes radicalizadores juegan un papel clave: centros penitenciarios, familiares, combatientes retornados, consumo de propaganda yihadista, etc. La combinación de todos estos elementos constituye, sin duda, el elemento nuclear del problema. Y las autoridades son conscientes de ello y así, por ejemplo, lo recoge el Informe de Seguridad Nacional de 2020 del Departamento de Seguridad Nacional español. Por este motivo, la prevención de la radicalización se ha convertido en objetivo prioritario, centrando la actuación sobre tres ejes: los centros penitenciarios, los combatientes extranjeros y la auto- radicalización. 

Javier de la Uz - Blog de seguridad
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